... La que escribe.

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Santiago, Chile
Soy una mujer que también es amiga, hija, nieta, hermana, prima, sobrina y mil cosas más. Disfruto regalando sonrisas en la calle y quiero pensar que el mundo es mejor con ese simple gesto; por eso, me ando buscando. Si usted me ve por ahí, avíseme!

martes, febrero 23, 2010

DOS PALABRAS

... Cinco letras.
Eso nada más.
Tan simples, tan claritas.

Ni de simples ni de claras, un carajo...
se me hace un mundo decirlas todas de corrido.

A veces siento la urgencia, como que me gritan adentro,
cuando me da por perderme en tus pupilas de infinito.

Casi, casi se me escapan:
dos consonantes y tres vocales.
¡Resulta tan evidente!

No las sentía todas juntas hace tanto, tanto,
que la memoria se me pierde un poco
en ese tiempo y espacio relativo.

¿Sería tan terrible?
¿Cambiaría mucho nuestro mundo?

Entonces la razón paraliza la lengua,
y amordaza a fuego y metal
las cuerdas vocales que se tensan.

... Ante la duda,
y frente a los riesgos...
abstente.

jueves, febrero 04, 2010

ALGO LINDO

Algo lindo, precioso?
Algo lindo para decir?

Digo tu nombre y con eso debiera bastar,
porque lo resume todo.

Pero no.

Se me quedan mil cosas adentro...

Que te extraño a cada respiro,
que esta añoranza me tiene enferma,
que el corazón se me acelera cuando te pienso,
que se me arrancan los suspiros de tanto anhelo...

Algo lindo para decir,
porque en la distancia nada se puede hacer.

Solo me queda dejar emisarios estelares,
a la espera... siempre a la espera...

¿Te seguirá la Cruz del Sur
para darte mis besos en la frente?

¿Podrá la luna iluminar las caricias nonatas
que se me quedan ardiendo en las manos?

¿Querrá Morfeo ser nuevamente cómplice
en mis ganas de dormir juntos esta noche?

Horas, precioso.
Cuento las horas.

No queda más que eso.

martes, febrero 02, 2010

PRINCESA ROSA

Las princesas rosas son sutiles y correctas;
adecuadas, silenciosas, comprensivas y pacientes.

Una princesa rosa debiera saber cuándo callar,
cuándo reír y cuándo besar. No debiera jamás llorar,
ni hacer sufrir a quienes ama, pues es perfecta.

Lo cierto es que disto mucho de ser una princesa rosa:
soy dispersa y tengo un ego del carajo,
me cuesta mares de llanto soberbio reconocer un sólo error,
y como guinda de la torta, hablo con palabrotas.

El orgullo me juega en contra la mayoría de las veces;
hablo demasiado, soy extremadamente literal
y tiendo a tomarme en serio cada palabra escuchada...
Soy pésima distinguiendo lo serio de la broma.

Tengo una manía crónica por simplificar las cosas,
a desentenderme de todo, y luego
a quedarme con sentimientos de culpa cuando
- siempre sin querer - hiero a los que amo.

Las princesas rosas no son impacientes,
ni sienten necesidad de gritar de vez en cuando,
y tienen el don de la telepatía...
del que definitivamente carezco.

No quiero convertirme en una princesita rosa;
como mucho, puedo vestirme en tonos lilas de vez en cuando,
y caminar conversando contigo,
entendiendo -aliviada-
que tampoco te vistes de azul.