Ayer, Chile fue invitado formalmente a pertenecer a uno de los clubes VIP más importantes del mundo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, más conocida como OCDE… y no se enrede tanto, que si lee por ahí OECD, es lo mismo pero en inglés.
El “Club de los Países Ricos” auna el 70% del mercado mundial; no es para menos entonces, que la presi muestre tanta satisfacción y orgullo ante tamaña invitación pues obviamente es una oportunidad inmejorable para Chile.
Hoy, Wikipedia nos muestra ya como miembros, aunque aun falta la firma, que se realizaría en enero, y la posterior ratificación del Congreso. Claro, es sólo un asunto de forma, pues no nos negaremos a algo que venimos buscando conscientemente desde 1997, momento en el que fuimos aceptados en calidad de observadores.
¿Qué tan importante puede resultar para Chile este organismo que se reúne en París y que de Latinoamérica sólo tenía a México entre sus miembros?
Veamos la historia: el plan Marshall buscó “ayudar” a Europa tras la Segunda Guerra Mundial, y una de las medidas adoptadas fue la generación de una institución que coordinara el auxilio en ese ajado continente. Funcionó tan bien, que en 1960 se replanteó y junto a Estados Unidos y Canadá, los países miembros decidieron unificar banderas con perspectiva de globalización, propugnando la liberalización, la no discriminación, y el trato nacional y equivalente. No le extrañe si le suena demasiado conocido, pues claro, son los mismos valores de la Revolución Francesa.
Los analistas chilenos están felices como un niño al que se le ha regalado una mascota nueva: del instituto Libertad y Desarrollo, Francisco Garcés cuenta que nos podremos comparar con los topísimos planetarios, que el organismo nos tendrá un ojo encima y que además esto nos valida institucionalmente frente al mundo... La imagen lo es todo.
Terra cita también a un académico de la Andrés Bello, Víctor Valenzuela, que señala este acuerdo como el más importante de las últimas décadas, “porque en el fondo nos están sacando la etiqueta de ser un país tercermundista o en vías de desarrollo”. Sin embargo, a mi juicio peca de alguna hiperventilación al asegurar que aunque estemos entrando “a la cola, sin dudas nos vamos a ir como uno de los mejores". Too much. Aunque… también habla del necesario proceso de aceleración de la perspectiva de desarrollo para el país. Y aquí me quiero detener.
Es cierto. Chile durante los últimos 30 años ha ido in crescendo. Harto que nos ha costado, pero vamos parejito: “consolidación democrática” (entendiendo esto como dejar atrás la dictadura, pues no es mucho mas sustancioso que eso), estabilidad económica (pese a tener un desigualdad de ingresos altísima), y a regañadientes algunas mejoras normativas en regulaciones para los gobiernos corporativos tanto de empresas públicas (aun) como Codelco y privadas, de intercambio de información tributaria y de responsabilidad penal de la empresas en caso de cohecho. Le debemos todavía a la comunidad internacional que nos contempla, la seriedad-seriedad legislativa en materia medioambiental.
Caso aparte es el de la brecha económica… ya que nos estamos planteando en líneas de desarrollo igualitario con los países más importantes del mundo, hagamos una comparación sencilla: por ley, en Estados Unidos nadie gana menos de US 7,5 por hora; a cuarenta horas semanales (40, no 45), el sueldo mínimo mensual es de $720.000. Obama gana casi 21 millones de pesos por el mismo tiempo… o sea, el Presidente de Estados Unidos gana 29 veces más que quien recibe el mínimo.
En Chile, por 45 horas semanales (45, no 40), el ingreso mínimo es de 159 mil pesos; Bachelet recibe un sueldo total aproximado de $7 millones y medio… Calculadora en mano, eso es unas 46 veces más que un “asalariado” (parafraseando al candidato de derecha).
¿Es esto lo que determina el desarrollo de una nación?
De acuerdo a la psicología social, existen factores biológicos como la herencia y la maduración, y factores ambientales como el aprendizaje y la socialización. El chileno lleva por herencia la leyenda de Pedro Urdemales, el huaso ladino que hizo leso al diablo; es despierto e individualista. Este gen de aprovechamiento oportunista lo tiene la señora Juanita y su jefe por igual, por lo tanto no es de extrañarse que exista un germen de desconfianza crónico subyacente a nuestra cultura sobre el otro. Claro, hay un proceso de maduración y crecimiento a punta de costalazos históricos, algunos más dolorosos que otros, que nos tienen situados donde estamos. Hemos avanzado, pero no aun lo suficiente.
Hoy, con miras a los desafíos que nos impone el insertarnos de plano en la cúpula estratégica mundial, nos enfrentamos al adagio ése que indica que la mujer del César no solo debe serlo, sino también parecerlo; deberíamos considerarlo al menos, pues el Gran Hermano, ahora es hermano nuestro.
1 comentario:
cosas de la política y de los países...mi amiga pasé a dejarte un abrazo cariñoso y mis mejores deseos navideños en compañia de tus seres queridos..besitos cariñosos..tu amiga ..denise
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