... ¿Cómo te digo que me acostumbré a estar contigo? Se me volvió familiar la llanura de tu pecho, la tersura de tu espalda, tu delicioso cuello eterno, nuestros abrazos a medida. Me acostumbré a tus besos matinales, a tu voz arrulladora susurrando buenas noches, a tu pelo cayendo en cascada sobre mi erizada espalda...
... ¿Cómo contarte que extrañaré mil cosas? Tus dientes roedores, tus dedos de escafandra, tus pupilas habladoras, ese breve espacio vacío en tu espalda, la sutileza tentadora de tu oreja derecha, tus terribles labios imantados, el café a medio helar después de almuerzo, los mil y un intentos frustrados de salir para no hacer nada.
... ¿Cómo te digo que no quería que te fueras? Me hubiese encantado detenernos en ese espacio y tiempo paralelo, donde compartimos mucho más que la cama, unas copas y un par de cigarrillos...
... ¿Cómo te digo que desde esta mañana andaba con nostalgia anticipada, porque sabía que al volver a casa mi pieza estaría llenísima de tí y de esa mezcla que hacemos juntos?... ¿Cómo decirte que me quedé triste porque no quería despertar y sentir tu ausencia?
... ¿Cómo puedo explicar lo que me pasa, terrón de caramelo? Extrañísima sensación agridulce de certeza, porque se que te sucede lo mismo...
5 comentarios:
Si el sentimiento es recíproco, pesa menos la ausencia.
Me soplaron por ahí que la receta para la supervivencia es cambiar el dolor de la ausencia por el anhelo del reencuentro, Sintagma...!
Mi querida Mallén!! Qué alegría saber de ti de nuevo. Un placer este reencuentro que nunca es alejamiento.
Cómo decirte que siempre has seguido ahí?
Un abrazo enorme.
Ese medio a dormir....por saber k habra un despertar más y vernos en es realidad.....
pero pasa...ahi vamos pasando...
... Nos veremos, Azul, nos veremos. María... tu también. Qué reconfortante abrazo de ultramar. Cariños!!!
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