Disfónica de poesía,
que me susurra en cómplice silencio.
Muda de sonrisa,
ciega de latidos,
con sordera estructural.
Soledad artera, melancolía inútil:
debilidad eterna, contraproducente,
poco inteligente, fuera de sentido.
Tonta, arrebatada, irracional.
Y, otro tú, niño triste y asustado,
que me empujas al abrazo imaginario
de mi fantasma ausente,
el que se queda siempre conmigo,
no entendiendo que en presencia conjunta
el universo entero se nos entregaba
con la docilidad de un ronroneo...
Tonto, débil, insensato.
1 comentario:
El Universo entero nos acuna y nos mece cuando llega la noche y nos despierta con la llegada del sol, todo, como dices, en un abrazo imaginario.
Un abrazo
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