Me cuesta expresar la ira.
Años atrás se me arrancaba a borbotones, descontrolada como cascada sobre las mejillas, con ese ímpetu de macho cabrío sin posibilidad de dominio.
Me carga expresar la ira.
Hoy la siento de una forma más compleja, con paños fríos, con riendas puestas. Ya no me machaca el pecho ni me acalora: ahora se me enfría el alma y me arremolina la nuca.
Me duele expresar la ira.
Y por eso no lo hago; mi abuelo me enseñó que las palabras son como papel picado... una vez que las lanzas al aire, no hay cómo recogerlas.
Me limita silenciar mi rabia.
Porque la excesiva sensibilidad me coarta, y no termino de entender cómo podrán sobrevivir juntos un ego sobrealimentado, que porfía en ponerse la ropa de una esbelta empatía, y una raquítica autoestima disparando sin miramientos saetas venenosas desde la trinchera de la mordacidad.
1 comentario:
Me fascina tu efusividad desbordante, me gusta leerte es como entablar una conversacion con alguien muy familiar Dios te bendiga.
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