Contigo me pasa seguido. Me siento una Neanderthal, casi un animalito, una ameba emocional que no sabe cómo moverse. Una niña de cinco años manejando una camioneta, una abuelita tratando de tejer con los guantes de cocina puestos, un enfermo de Parkinson en una cristalería.
Me siento una bruta contumaz. Una mujer metida en criogenia despertando, que aprende recién y a punta de hacer daño sin querer, lo juro, a fijarse realmente en los sentimientos del otro. A mirar de veras. A escuchar en serio.
Por eso intento usar pinzas para tratarte... pero esto de estar recién entendiendo el cómo usarlas, me hace pellizcarte de vez en cuando en el aprendizaje. Cómo lo siento. Cuánto lo siento.
En un arranque de patudez, solo quisiera pedirte algo: créeme cuando te lo digo... no es intencional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario