... Hay un proceso bioquímico
misterioso, involuntario,
psicomágico.
La piel se eriza cual gato alerta,
el estómago se recubre de vacío
y la necesidad de inhalar profundo
entrecerrando los ojos,
vuelve hambre los sentidos.
Y ocurre ese paso circunstancial
donde la excusa de un baile lo gira todo,
dejando las cosas en el mismo sitio,
pero sintiendo los pies en la cabeza.
No, no me gustas,
pero me turbas.
Y esa realidad de facto,
sugiere más que una declaración romántica.
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