Cuenta la historia geopolítica de Chile que en el norte de mi patria existieron, y aun existen, muchos yacimientos minerales. Cobre, esencialmente, y salitre. Por el salitre se liaron guerras grandes, como la del Pacífico. Pero también se hizo vida y cultura en torno a esa realidad… una identidad maravillosa, que ha dado pie para que grandes escritores (como el tremendo Hernán Rivera Letelier) inmortalicen en sus obras el tejemaneje de tales reductos.
El desierto mantuvo muchas oficinas salitreras, asentamientos mineros de grandes empresas esencialmente norteamericanas donde los trabajadores fraguaron sus vidas a merced del caliche (el polvo arenoso, árido y salado que queda tras hurguetear la tierra buscando el mineral), la calamina (el mismo caliche compactado y en olas, producto del paso de los vehículos) y los remolinos de viento (o “colas de diablo”). Mucha gente nació, amó y murió al alero de estos asentamientos perdidos en la nada del tiempo y el espacio, sobre los que leí con fruición gracias al autor que ya comentaba.
En este viaje a Calama, me llegó un regalo vaya una saber de dónde; probablemente de la estrella fugaz más enorme que he visto en mi vida (casi me siento en Belén, figúrense). Sucede que mi compadre tuvo que viajar a Tocopilla por su trabajo, así que decidimos acompañarlo. En plena carretera, allí en medio de la nada, se podía ver a lo lejos una oficina salitrera… al preguntar cuál era, mi cumpa me explica que es María Elena, y allí mismo el corazón me dio un brinco al recordar el último libro de mi escritor favorito. “El Fantasista”. Sabiendo él mi fanatismo sobre los textos de Rivera Letelier (y compartiendo la afición), hace eco de mis deseos y decidimos hacer un aro e internarnos brevemente en esta tierra de magia.
Puede sonar infantil, pero no contuve las lágrimas.
La alegría era indescriptible, tanto como el paisaje, anocheciendo. María Elena se abría ante mis ojos, cómplice, pequeña pero oronda… Es la última Oficina Salitrera en funcionamiento que elabora salitre o nitrato en el desierto de Atacama. Y yo, allí, de intrusa casi, ensimismada con los pimientos y Algarrobos, únicos árboles capaces de resistir el inclemente clima... Recordando las letras del libro que narra un partido de fútbol entre esta oficina y Coya Sur, ubicada a ocho escasos kilómetros de María Elena.
Si bien inició su vida como Coya Norte en 1922, cambió su estampa a María Elena el ’25 por el antojo del administrador, perdidamente enamorado de su mujer, Mary Ellen Condon; hoy tiene poco más de siete mil habitantes, contemplando la comuna completa (Coya sur incluida). Hablar más de este lugar es hacerle poco honor a las letras de Rivera Letelier. Para quienes puedan y quieran, lean sus obras y allí sentirán en carne propia todo lo que sentí… recomiendo humildemente “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”, “Fatamorgana de Amor con Banda de Música”, “Santa María de las Flores Negras” y, por supuesto, “El Fantasista”.
Y un último dato: Comprobamos que el asentamiento que se ve desde la carretera no es María Elena, sino Coya Sur.
El desierto mantuvo muchas oficinas salitreras, asentamientos mineros de grandes empresas esencialmente norteamericanas donde los trabajadores fraguaron sus vidas a merced del caliche (el polvo arenoso, árido y salado que queda tras hurguetear la tierra buscando el mineral), la calamina (el mismo caliche compactado y en olas, producto del paso de los vehículos) y los remolinos de viento (o “colas de diablo”). Mucha gente nació, amó y murió al alero de estos asentamientos perdidos en la nada del tiempo y el espacio, sobre los que leí con fruición gracias al autor que ya comentaba.
En este viaje a Calama, me llegó un regalo vaya una saber de dónde; probablemente de la estrella fugaz más enorme que he visto en mi vida (casi me siento en Belén, figúrense). Sucede que mi compadre tuvo que viajar a Tocopilla por su trabajo, así que decidimos acompañarlo. En plena carretera, allí en medio de la nada, se podía ver a lo lejos una oficina salitrera… al preguntar cuál era, mi cumpa me explica que es María Elena, y allí mismo el corazón me dio un brinco al recordar el último libro de mi escritor favorito. “El Fantasista”. Sabiendo él mi fanatismo sobre los textos de Rivera Letelier (y compartiendo la afición), hace eco de mis deseos y decidimos hacer un aro e internarnos brevemente en esta tierra de magia.
Puede sonar infantil, pero no contuve las lágrimas.
La alegría era indescriptible, tanto como el paisaje, anocheciendo. María Elena se abría ante mis ojos, cómplice, pequeña pero oronda… Es la última Oficina Salitrera en funcionamiento que elabora salitre o nitrato en el desierto de Atacama. Y yo, allí, de intrusa casi, ensimismada con los pimientos y Algarrobos, únicos árboles capaces de resistir el inclemente clima... Recordando las letras del libro que narra un partido de fútbol entre esta oficina y Coya Sur, ubicada a ocho escasos kilómetros de María Elena.
Si bien inició su vida como Coya Norte en 1922, cambió su estampa a María Elena el ’25 por el antojo del administrador, perdidamente enamorado de su mujer, Mary Ellen Condon; hoy tiene poco más de siete mil habitantes, contemplando la comuna completa (Coya sur incluida). Hablar más de este lugar es hacerle poco honor a las letras de Rivera Letelier. Para quienes puedan y quieran, lean sus obras y allí sentirán en carne propia todo lo que sentí… recomiendo humildemente “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”, “Fatamorgana de Amor con Banda de Música”, “Santa María de las Flores Negras” y, por supuesto, “El Fantasista”.
Y un último dato: Comprobamos que el asentamiento que se ve desde la carretera no es María Elena, sino Coya Sur.
14 comentarios:
gracias.
salió bien el sol por acá.
te recomeindo si te gusta la novela salitrera..andres sabella
...
y bueno respcto de maria elena, por que no le colocó tambien el apellido
la pampa es ecumene mallén
te hará
volver
acuerdate
Guau, tremendos datos!!!, tu me impresionas siempre. oye yo cacho que me voy el finde, pero no lo sé, me gusta tanto esto, que no me quieeero iiiirrr!,
Oye de cuales dulces querias?, ya se me olvifo toy tan relaja que ni me acuerdo ni como me llamo!!!
jajajaja, me encanto la historia, super util para mis vagos conocimientos, pucha qu ee aprendido contigo!!!
Saludos y muchos abrazos!!!, Extrañame no más, así no se agota la amistad jejejejeje
que buen viaje! esas tierras salinas de tremenda soledad y polvo...me gusta letelier, se ve que sabe de verdad el hombre, ademas bien humilde!
has visto " caliche sangriento"?
abrazos amiga!
me encanta el desierto, enciende mis hogeras...
Dicen que es un pais precioso, no tengo el placer de conocerlo, aunque ya tengo muchos amigos allí, al menos en la distancia :-).
Que tengas rebonita la semana.
.-EVA: Bueno, seguimos descubriendo poco a poco tu país, no sólo en costumbres y cultura, ahora también en geografía.
.-Es casi como estar por ahí, en Chile.
.-Saludos desde España en Cosas y Casos.
Muchas gracias por descubrirme nuevas tierras.
Buscaré esos libros!
Un saludo muy fuerte!
Qué maravillosa experiencia! Me ha encantado conocer ese trozo de historia pero sobre todo tu emoción. Gracias, amiga.
Besos desde mi orilla.
Marcos: Cuánto me alegro!!! Te acabo de escribir un correo... espero la respuesta.
Subcomandante: Ahora mismo estoy metida en unos líos de vampiros y licántropos; en cuanto me zafe de tanta aventura, a ver si lo pillo. Y sí, debo volver... no alcancé a ir a Chiu Chiu, ni a los géisers del Tatio. O sea!!!!!!!!!
Viole: Jijij... gracias!!! ah, los duces, pues son los de manjar con una nuez. Mi perdición en La Serena. Y vuelva luego pues, que mi tierra es enviciante... uno se queda, y no vuelve!!!!!
Pescador: No, no la he visto, pero tengo muchas ganas de hacerlo. Y Rivera letelier... pues es mi escritor nacional favorito, sobre todo por su perfil personal... es el "anti-artista". Tu me entiendes. Besos cariñosos!!!!!
Pompas: Yo, tan ingrata, que no te voy a ver hace tanto... por mi culpa, por mi grandísima culpa. Prometo ponerme al día. Gracias por tus deseos, igual para tí... y claro, amigos tienes acá, y de los buenos!!!! jejeje.
Andybel: Qué lindo poder traérmelos un poquito para Chile, estando ustedes (la mayoría) tan lejos...
Niobe: Yo por la literatura de Rivera Letelier, meto las manos al fuego... garantizo entretención y contenido.
María: Gracias por seguir aunque la poesía se haya marchado. Besos gigantes sobre el océano.
Jajajajaja, ya voy, ya voy jejeje, estoy tan relajada, pero todo lo bueno tiene su fin, ya viajo mañana en la noche, pues dbo ir a la fiesta kitsch con algunas amigas!!!!
nos vemos en stgo y te llevo tus dulces!!!,
P.S. ya fui al puerto a almorzar, ya me tomé el copetito en el barrio inglés, y ya me tome otro copetito en la Av. del Mar... he hecho casí todo jajajajaja, solo me faltó encontrarme un serenense!!! jijiji
Te me cuidas y me imagino que te estaspreparando para tus vacaciones?
Te entendí perfectamente querida mallen, te entendí, jejeje...
Qué buen día hace por este rincón, jejeje
Mil abrazos, querida!
Nos haces sentir junto a ti.
besos
Viole: Ya se que volviste, nos contactamos hoy. En un par de semanas más, nos vemos en una viajecito cultural por el centro de santiago.
Dardo: Me parece. y gracias por lo del clima. Agradable, no? Saludos!
Sintagma: Eso me gusta, traérmelos a todos a Chile. Cariños!
que precioso recorrido me diste
me emociona leer esto que has escrito porque mi madre nacio en una de las salitreras del norte y siempre me cuenta de aquello
es un ligar me me gustaria conocer
hasta pronto
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