... La que escribe.

Mi foto
Santiago, Chile
Soy una mujer que también es amiga, hija, nieta, hermana, prima, sobrina y mil cosas más. Disfruto regalando sonrisas en la calle y quiero pensar que el mundo es mejor con ese simple gesto; por eso, me ando buscando. Si usted me ve por ahí, avíseme!

viernes, diciembre 27, 2013

ACTO DE FE


Da lo mismo si me crees
cuando respiro un te quiero:
tus pupilas gritan lo que tu lengua calla,
y si bien no consigo extirpar 
las putas letras de tu garganta autista,
el silencio urgente de tu abrazo absoluto
me regala una certeza cómplice
libre de dudas y espacios.

Poco importa si no sabes, 
si no entiendes,
si mantienes la premisa 
de esconderte de tí mismo,
en un afán autoflagelante y penitente:
basta que en ese silencio vociferante
te aferres a mi mano 
como un ciego al lazarillo
y la sumerjas en el centro de tu pecho abierto
para comprender tu necesidad de mi,
de estas caricias palpitadas desde adentro.

No interesan tus ideas, 
tus constructos,
tus deberes autoimpuestos 
ni tus escapularios laicos:
es mi propio acto de fe 
adorar tu pupila intacta,escondida 
en el tris del amago de tu sonrisa limpia,
liberada justo antes del abrazo...

en una devoción intensa resumible
en los restos de la danza de aire tibio
que acaricia tus memorias y mis recuerdos.

viernes, septiembre 06, 2013

IMANES


… Imanes. Eso somos, imanes: estructuras minerales atraídas entre sí. Tanto, que a veces siento que somos un mismo espíritu en dos cuerpos separados. Si, tanto así es lo que me pasa contigo.

Es extraño cómo tu presencia en mi vida no tiene que ver con que estés o no conmigo. Si claro, es cierto, nuestras pieles se llevan, porque se conocen y porque se saben, como bien dijiste hace relativamente poco. Pero esto no tiene que ver con cuerpos ni con materia, ni con la alquimia que podamos generar juntos o por separado: lo conversábamos hoy al almuerzo, mirándonos a los ojos… más viejos los dos, menos impetuosos ambos, más reflexivos tal vez, pero igual de felices por compartir un par de minutos, como hace una década atrás. Seguimos siendo un par de amantes voluptuosos de arte, de vida, de cosmogonía y de magia, no hay caso. Negarlo sería renegar de nuestra esencia.

El tiempo se me vuelve relativo cuando miro hacia atrás y veo estructuras, pasos, cambios en todo, incluso en nosotros. Cambia la ciudad, cambian los rostros, cambian las dinámicas. Y sin embargo, hay una esencia, un resquicio enquistado en el espacio que queda entre el lóbulo de tu oreja y el lunar junto a mi boca, que permanece intacta. Que persiste.

¿Que si me sigues gustando? ¡Obvio! Pero ya no me nace esa voracidad, ese instinto animal de brincar sobre ti para desgarrar las telas que te recubren y así deleitarme con esa maravillosa espalda (wait, acabo de desconcentrarme, jajajaja)… Ya no noto ese temblor delator sobre mis labios cuando hablamos, ni el látigo eléctrico por el hecho de rozar las manos. Sí, sentí eso, y mucho más… Lo plasmé en poesía porque sentí tanto que no cabía en mí; es cosa de hojear este mismo blog para dar con la figura de cierto fauno sibarita…

Creo, y estoy siendo honesta a más no poder, que el amor que te tuve ha sido (y sigue siendo, porque sé que entiendes que te sigo amando profundamente) la forma más perfecta de sentir que he vivido: te amé de forma desprendida, sin apego, en libertad, con respeto y en deleite de independencia. En regocijo y complicidad. Amándote así, entendí que no estábamos para ser pareja y me las di de escapista por años, haciendo caso omiso de cómo y cuánto te extrañaba, a ti como un todo: al humano, al hombre, al amante, al partner, al amigo, al hermano, al otro frente a mí. Y así se mantuvo intermitente, molestoso casi, este vínculo psicomágico en el que anunciamos astralmente nuestros encuentros en la calle, o el desborde al maravillar atardeceres, o la capacidad de reconocernos en contextos y realidades diferentes. Para cada ying hay un yang, será que somos un poco eso. Los orientales tienen toda una teoría sobre una cinta roja que une a las almas cuando deben compartir ruta. Son secos, los chinitos. Hice todo lo posible por cortarlo, pero no hubo caso…

¿Que si te extraño? Menos, en realidad, pero sí. Desde que entendí que daba lo mismo si estábamos o no juntos, porque como si fuésemos siameses espirituales estamos pegados igual aunque estemos en hemisferios distintos, me puse a prueba y quebré esa dinámica huidiza. Reencontrarte físicamente de vez en cuando, saber que estoy y que estás independiente del cuándo o el cómo, me entrega una sensación de bienestar compleja de explicar aunque estoy cierta que sabes a qué me refiero. Pero extraño esa complicidad de fuego en cada otro que me ha acompañado, que ha dormido conmigo, que ha caminado de mi mano. Y claro, uno se acostumbra a los sucedáneos, y entiende que no se puede tener todo en la vida, que los caminos son diferentes y las decisiones son personalísimas. Pero llega un punto en el que, muy para mis adentros, tuerzo en silencio la boca, levanto la ceja y miro hacia abajo, pensando en que todo podría haber sido diferente.

… Imanes. Eso somos, imanes: estructuras minerales atraídas entre sí. Tanto, que a veces siento que somos un mismo espíritu en dos cuerpos separados. Si, tanto así es lo que me pasa contigo.

miércoles, agosto 07, 2013

QUERÍA


Yo quería quererte, vida mía.
Qué tristeza entender 
que solo yo quería.

De nada sirve tal libre albedrío,
si termino en un abismo 
de llanto y melancolía.

Siempre supe, siempre vi...
pero ilusa quise caminar
para saber si, en el trayecto, 
era posible querernos.

Me salió fácil, quererte;
mirar tus ojos de Amazonas
era presentir el lado oculto de tu alma.

Me volqué con alegría
a todos mis detalles...
la cocina, la sonrisa, el gesto amable.

Quise ser tu descanso, y cuidar tu compañía.

Y cuando quise decir te quiero,
entendí que era tiempo de leer las dilaciones,
las excusas, los no puedo.

Mi espíritu en rebeldía,
en un llano boicot contra mi pecho,
quiso arrancarse los oídos y los ojos,
para no entender lo a todas luces evidente.

Yo quería quererte, vida mía.
Qué tristeza entender 
que solo yo quería.

jueves, junio 06, 2013

POLAROID


Tomo una Polaroid sin tiempo
para vivirte eternidades en un parpadeo,
donde pueda sonreír como ahora,
sin motivo alguno salvo el puro gusto.

Me bebo esta fotografía
para guardarte y hallarte siempre,
más allá de los relojes y la certeza de la muerte,
después de los adioses, y antes del buenos días.

De la mano de la seda y el nácar,
del marfil y la plata, 
del fluir de río de tus venas,
me detiene el silencio seductor y simple
de contemplar tu esencia 
a través del tacto.

Se me queda la Madre Tierra entre tus ojos:
verde, y amarilla, y café, y dorada...
Me encandila inventar continentes nuevos
en cada tris diamantino 
del eclipse mutuo.

Le ofreces a mi mano tus latidos quedos,
y me entregas las llaves 
de la sala blanca y tibia
que aguarda tímida 
en el centro de tu pecho.

Descubro que el tabaco, la madera
y el café del primer beso
disfrazaban el aroma de tu alma limpia,
bullante de miel y menta.

Entiendo que ese espacio 
es el refugio de ti mismo,
y te siento desnudo aun con ropa:
por fin me dejas verte,
e inmortalizo el instante
antes que corras a vestirte…

Me estremezco en el abrazo inmóvil y fundido,
donde no queda tiempo,
 donde nos sobra espacio.

Con mi Polaroid aun fresca en la mano,
te miro y me sonrío nuevamente,
así...

de puro gusto.

lunes, abril 15, 2013

TESTIMONIOS



¡Cómo me gustas, tú!

Quiero grabar en mi retina emocional la sensación de regocijo cuando te reclamo que en esta casa mando yo, y vas y me dejas callada, como nunca nadie antes, al rebatirme con un "pero aquí y ahora, el que manda soy yo". Y me provocas, hurgándome el ego... "Dime que no, ¿a ver?". Y sigues, y te vuelves un torero, y me dices que me soltarás si yo quiero, y te confieso en un susurro sometido, que no quisiera estar en otra parte sino encerrada e inmóvil entre tus brazos, como me tienes justo ahora.

¡Cómo me turbas, tú!

Y me miras, y te miro. Recién ahora consigo descubrir el color intrincado de  tus ojos, es que  insistes en que no preciso mis lentes pues los besos se dan con los ojos cerrados, y para besar no necesito ver, sino sentir. Y como me cohíbe tu mirada insistente, con esa caricia perenne en la frente, en la barbilla, en el cuello y en la boca, me dices que me mirarás con los ojos cerrados para no incomodarme, pero que no dejarás de hacerlo, pues te gusta tanto verme...

¡Cómo me encantas, tú!

Me besas, y te beso. Y entramos en un debate valórico sobre la perfección y técnica de los labios del otro, pues cada quien insiste en que no hay mejor ritmo, ni sabor, ni textura, ni intensidad. Si, sincronía y perfección, insiste cada uno, dándole la medalla y el testigo al otro. Tu boca se entinta colorada en contraste con tu piel satín, enmarcada en una barba de plata cosquillosa que me encanta. Me preguntas una y otra vez cuánto pagaría por un beso, y te desdices para aclarar que tú debieras pagar por los míos. Para zanjar el debate, yo te los regalo todos, en una ofrenda constante a este juego de quita y da.

¡Cómo me derrites, tú!

Las manos hurgan ávidas debajo de la piel, fundiéndose como amalgamas, mientras tus ojos se quedan prendados de mi cabalgar indómito con fogatas en las mejillas, estrellas en los ojos y el pelo hecho medusa. Y tu, insistes en que me veo tan linda así... Que siempre soy preciosa, pero que desnuda y sobre tí tomo otro color. Que basta que respire, y tu te derrites. Que así me quedo en tu memoria, que nunca podrás volver a verme sino de este modo, y que quisieras pasarte la vida entera viendo cómo me expando con tu tacto, cual mimosa al sol.

¡Cómo me estremeces, tú!

Me quedo en una pugna sin perdedores en la que me siento constante objeto de devoción, donde estás tan pendiente de cada detalle que debo luchar por regalarte una caricia. Me preguntas a cada instante, y te aceleras y presionas, y luego vuelves a la calma sutil y exasperante para mi delirio... es que si tu no sientes, me muero, susurras una y otra vez. Y le guiño el ojo cómplice y picarona al tropel de diosas que hacen ronda junto a mi cama, nuevo templo donde queda clara la diferencia entre un perro cualquiera y un lobo, feroz, hambriento y pulgoso...

lunes, marzo 25, 2013

TENTACIONES



Huelo las huellas cansadas
en el velo sutil del brillo en tu pupila,
invocando el auxilio de Asclepio
para destilar los surcos sutiles de tu frente mía.

Busco vivir una era de tus sienes de plata;
me inunda y me explota el pecho encabritado,
púber, sorprendido, jubiloso,
como si tuviera esos ocho años
que me descubres a veces.

Te contemplo con los ojos cerrados,
entregado a mi devoción animal
como si fueras un soberano gato egipcio.

Y me expando mineral y botánica
 como enredadera por tus hombros,
entrelazándome en tus poros
llena de paciente urgencia.

Y quisiera fijar esta tibieza vegetal en cada espacio,
buscando traspasar la carne fresca de tu pecho abierto:
con la sed guardada de todos los desiertos,
 me bebo de un sorbo tu respiración dulce
para sobrevivir este jadeo agonizante.

La sangre grita y se alborota, gime, se arrebata,
pues tirita mi boca al oir que es “perfectamente pequeña”;
tu espalda de satín blanco sella mis dedos imantados a tu tacto…
sometidos, devotos, rendidos, temblorosos.

Estampida profana y sublime que se graba,
que conquista y que gobierna,
mezcla perfecta de ángel y demonio:
me quedo atrapada en el sueño exorcizado
del rincón escondido entre tu sonrisa y la mía.

jueves, marzo 07, 2013

SINCRONÍA


Un abrazo sutil y firme al tiempo.
Manos tibias y torso firme;
cierro los ojos y sonrío, estremecida:
hueles a madera, tabaco y café.
Y siento que te había olido antes,
aunque seas tan, tan nuevo.

Un rayo eléctrico recorre mi espalda;
los segundos se acompasan y seducen 
al aire agonizante entre los cuerpos.
¿Cómo medir el tiempo esperado,
si desde que miré tus ojos intensos 
las lunas y los meses se multiplicaron
en la espera de la sombra?

La sangre hierve en las mejillas, 
un roce sutil, en lenguas de fuego al aire. 
Siento como respiras en mi mejilla...
y explotan chispas de mis ansias.

Allí estaba yo, esperando (te).
Allí estabas tu, observando (me).
Y así se hicieron nuestras bocas, 
una a través de la otra,
alineadas en un beso maestro.

Batalla perfecta y triunfante,
húmeda, intensa y pausada,
sin tiempos y sin espacios,
como si los labios no supieran 
hacer más que acariciarse...

Éxtasis total en un simple abrazo fundido, 
con una luna francesa guiñándonos el ojo.

jueves, febrero 14, 2013

QUE VUELVAN LOS LENTOS


... Hay un proceso bioquímico 
misterioso, involuntario,
psicomágico.

La piel se eriza cual gato alerta,
el estómago se recubre de vacío
y la necesidad de inhalar profundo
entrecerrando los ojos, 
vuelve hambre los sentidos.

Y ocurre ese paso circunstancial
donde la excusa de un baile lo gira todo,
dejando las cosas en el mismo sitio,
 pero sintiendo los pies en la cabeza.

No, no me gustas, 
pero me turbas.

Y esa realidad de facto, 
sugiere más que una declaración romántica.

viernes, enero 04, 2013

EL LEGADO DEL DRAGÓN DE AGUA



Haciendo un balance sobre los pros y contras del 2012 a nivel personal, me quedo pegada con lo que había leído inicialmente sobre el año del que sería el dragón de agua, para el horóscopo chino. Este sería un tiempo dinámico, con cambios de todo tipo, repentinos y vertiginosos, de muchísima actividad. Había que estar alerta, para poder reaccionar en el momento en que fuera necesario. Se leía entonces lo que efectivamente me pasó: cambios. Cambios de trabajo, de situación amorosa, búsqueda interna para no seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez (que para cometer errores, mejor equivocarse en cosas nuevas). El dragón indicaba que no era momento de pensar, sino más bien de hacer. Pues, eso justamente fue lo que hice. 

El 2012 fue un año bueno; en materia laboral, dejé atrás un largo período frustrante y depresivo, con mucho estancamiento y por ende con mucha impotencia acumulada. Bastó la llegada mágica de Todo Mejora a mi vida, para que efectivamente "todo mejorara". Vi desmoronarse mi intento de microempresaria ecosustentable, y sin embargo, llegó a mis manos la posibilidad de colaborar en organizaciones y empresas que tienen que ver con el sentido social, la responsabilidad empresarial y la ecología. Amo trabajar en lo que siento es correcto y justo. La Revista SOMOS también ha sido un regalo de vida, precioso y gratificante en el ámbito personal. Me permite hacer lo que siempre quise (escribir, y no de cualquier cosa, sino de aquellas que me hacen más sentido)

Me di cuenta que debía moverme para que las cosas sucedieran, que no podía esperar cambios del universo si yo no me ponía en acción para que la energía circulara. Me fue mal en muchas entrevistas de trabajo, con los llantos y pucheros que corresponde, pero hoy entiendo que esos fracasos no me ataron de manos y mi voluntad y optimismo (y la porfía, factor genético) fueron determinantes para revertir esa "mala racha". Sentí una ira increíble cuando en algún momento ningunearon mi casa de estudios, pero luego vi que, desde quien venía ese desdén, no podría esperarse mucho más así que estaba dentro de las realidades y opiniones que no llegan a mi esfera concreta. Viví desilusiones respecto de algunas personas y me sorprendí gratamente de otras; por eso todo lo veo hoy como un gran, gran aprendizaje. Y por ello, estoy muy agradecida.

Aprendí también que debo hacerle caso a mi guata. Sí, a mi guata, a esa pulsión de alerta que salta en la boca del estómago para bien o para mal. Me reté bastante por no escucharla, pero me felicité a la vez por tener la valentía para revertir la situación sin dejar un holocausto en el camino. Aprendí que debo estar abierta a cambiar mis pareceres y apreciaciones; así, pude por ejemplo disfrutar plenamente de The Wall en vivo (pese a que me sigue disgustando Roger Waters)

Acompañé a don Enrique en su camino final. Me encargué de escribir sus palabras póstumas para el mundo, y me siento infinitamente agradecida por eso, aunque el planeta no se entere jamás. Asimismo, hice de mi puño y letra los agradecimientos por las tarjetas de condolencias, cerrando un ciclo de amor, respeto y admiración por uno de los ancianos más sabios que he conocido (y que creo, con certeza, llegaré a conocer jamás) Me quedo con lo bueno y lo malo: de él, solo lo bueno; de su familia, la cosa es mas diversa. Recordar su sonrisa, los cafés y cigarrillos compartidos mientras cantaba a Perales o Gardel en las tardes de invierno, son sin duda una fuente de felicidad sin tiempo para mi memoria. Me emociona muchísimo su paso por mi vida. Y, claro, me sirvió como entrenamiento para entender que los viejos de uno, por muy brillantes que hayan sido, cumplen ciclos y el físico se deteriora, incluida la paciencia y la memoria. Es parte de la vida y de la muerte, porque todo es uno solo, pues todo y nada son lo mismo.

Agradezco haber tenido tiempo para organizar mi propio tiempo, para respirar en Tunquén, Pirque, el Cajón del Maipo, La Serena, Viña y Melipilla. Agradezco también haber entendido que mi camino debe ser antes que nada conmigo misma, para poder luego compartir con los demás, pues en la medida que avanzo hacia mí, me reencuentro con el universo. Por eso sonrío tanto con recuperar a mi gran amigo de camino, Rodrigo, que es como mi hermano, con quien aprendí que si la amistad es verdadera, da lo mismo si pasan años: un buen abrazo habla más que cualquier otra cosa. Gracias totales por la oportunidad de conversar y recordar concientemente por qué Dios es Phi. Así de simple y contundente.

Sobre ser pareja, creo que aprendí mucho también, aunque hoy haya decidido estar sola. Me agrada la soledad, por primera vez en la vida. Aprendí que ser pareja es un acto heroico, que la experiencia del amor es netamente espiritual pero que para vivirla en lo material no basta solo el sentimiento. Entendí que ser pareja no tiene que ver con ser hijo ni padre del otro, sino ser par a secas, empresa difícil pero imagino (y confío) que no imposible. Aprendí, sobre todo, que el miedo es el principal antónimo de esa experiencia, y que las inseguridades matan irremediablemente los sentimientos de quien te ama.

Reafirmé que ir a terapia es por lejos el mejor auto regalo que podemos hacernos en la vida, que es sano volver cada cierto tiempo sobre los pasos, que nada se saca tapando el sol con un dedo o los agujeros del camino con arena. Aprendí que la mejor manera de superar los miedos es enfrentarlos, aunque sea doloroso al principio. Aprendí además que las situaciones, afectos y reacciones deben tener su tiempo y su espacio, que de nada sirve decir o hacer fuera de estos preceptos. Y entendí además que cuando las cosas no salen o no resultan, es porque no debían salir, porque no era tiempo o algo mejor venía en camino (aunque parezca lo contrario)

Aprendí también que la mejor forma de vivir tranquila es sin fantasmas, y que materializarlos elimina definitivamente los juegos mentales infantiles. Me reencontré con gente maravillosa, precisamente gracias a esto. Aprendí que Tango Feroz sí tenía razón en un par de cosas, pues "creyendo en mañana, fracasó hoy"; por eso mismo, se debe vivir el día a día, pues del mañana no tenemos certezas (y esto, no es alusión a los mayas por si acaso, y tampoco a mis resabios de historia Sanantonina, afortunadamente zanjada ya al 100%)

Entendí que no es un pecado querer vivir bien, y que si trabajo por ello, no es malo que me gusten la ropa, los zapatos, los viajes, comer y beber bueno y rico y un larguísimo etcétera. Aprecié mucho poder hacerlo con la mayoría de quienes amo... hablo de mis amigos y mi familia. Hoy, valoro más que nunca a mi familia, y es un regalo poder disfrutar de espacios y tiempos junto a ellos. Entendí que, si bien es bueno escuchar o dar consejos, si estos no son dados desde el amor no sirven de nada, y es mejor desoír en ciertos casos para evitar heridas.

Cosas pendientes? Muchas, pero todas materiales: quiero aprender francés, tomar un curso de manejo, cambiarme de casa pues siento que allí ya cumplí un ciclo, viajar a Macchu Picchu, retomar mis clases de danza árabe, aprender a bailar tango. Adelgazar, claro, y encontrar un partner de vida en el ajetreo del 2013, con quien caminar y compartir esto y todo lo que se viene para adelante, el tiempo que corresponda. Y reír. Seguir riendo, incluso cuando hay frío y lloren los ojos. Porque entendí que de eso se trata la vida.