
He pensado más de lo debido,
he sentido más que lo querido,
he omitido más que lo labrado.
Confieso, Padre, que he llorado.
Cuando el miedo paraliza
sobre la soledad que angustia,
mientras el frío enmudece
porque la fe agoniza.
(Confieso, Padre, que he tomado.
Desde las lágrimas cocodrileadas
producto de mi pena solitaria,
hasta las aguas putrefactas
del florero de un amigo solidario.)
Confieso, Padre, que te he odiado.
Por el dolido amante amargo y dormido
que reposó burlón a mi lado sin tu arbitrio;
por estas manos insensibles y yertas,
incapaces de estremecer las almas muertas.
Confieso, Padre, que lo he amado.
Contraviniendo los designios del destino,
interrumpiendo los parámetros del tiempo,
enarbolando tus banderas al espacio.
Por tu culpa,
por mi culpa…
Por su gran culpa.
8 comentarios:
Amén...
Un hermoso blog digno de un hermoso corazón. Mis saludos.
UY!!!
Esta hermoso mi niña linda...
Me encanto...
De verdad...
Besos agripados pa ti... con intenciones de NO contagiarte!!!
Ojojojojojo
Hermosa plegaria, querida amiga. Un coloquio sincero, humilde, potente.
Dos ave marias, tres padres nuestros y ya, asunto arreglado...
(Muy bueno, bonito blog).
¿Qué coméis los sudamericanos para escribir así de bien?
¡Qué maravilla, hija!
Un beso fuerte y un caluroso abrazo desde mi tierra para todos los compañeros del gran pueblo de América del Sur.
¿también confiesas que has escrito más de lo permitido?
mmm
me encantó!!!
A mi también me gusta mucho.
Publicar un comentario