PETICIONARIO

Solo pido lo que soy capaz de entregar a cambio… Sólo eso pido: ni más, ni menos.

Exijo capacidad inagotable de caricias (no termino de entender aun cómo se me hace tan necesario y adictivo el tacto constante)

Pretendo besos y abrazos, muchísimos, en todas partes y a toda hora: al despertar cada mañana, en el espejo o en un papel olvidado intencionalmente sobre la mesa; besos en la frente y en las manos cuando hay tristeza y en el empeine cuando la excitación merma y la ternura permanece. Besos apasionados al dejar atrás la puerta de entrada y besos suaves y breves, robados a media calle.

Requiero la presencia ausente a través de eventuales y breves llamadas telefónicas y mensajes de texto, correos electrónicos o posteos en blogs, todo en su justa dosis y medida para no parecer obsesivo compulsivo. El aire es importante también.

Demando gestos de creación sensible variopintas, y expresiones afectivas espontáneas como flores recogidas al pasar, un abrigo para el frío en una tarde invernal o un sombrero perdido en una vidriera, que alguna vez dije que me gustaba. Exijo permanente capacidad de asombro con pequeñeces dulces… no ha de ser tan difícil, basta con el intento de una cena improvisada, un par de líneas cruzadas en algún papel o similar, un “no quiero almorzar en casa, vayámonos de picnic”… ¡Es que una simple gotita de locura reaviva tanto las sonrisas del alma!

Preciso palabras tiernas y cómplices, reconocimiento y aliento, buen humor y paciencia. Compromiso, lealtad, fidelidad y honestidad a toda prueba, aunque sea dolorosa a veces. Y tacto junto con atención y solicitud, por favor.

Solicito un hombro acogedor para llorar cuando la tristeza me invada, junto a un abrazo y golpecitos suaves en la espalda. Sería útil complementarlo todo con un “ya va a pasar” suavecito al oído.

Reclamo mi derecho a tener sexo cuando tenga ganas, y a convencerte cada vez que estés cansado. Y advierto, de antemano, que me encanta el sexo, así que no quiero que nadie aquí quede insatisfecho.

No perdono la falta de romance, de instantes, de instancias, de silencios cómplices… La idea es que hasta la monotonía, de a dos, sea acompañada de suspiros y miradas. Qué importante es eso… nunca dejar de contemplar. Y de emocionarse por la dicha de tener al otro al frente.
Los años me han ido dejado estas necesidades, que yo no puedo cumplir por mí y para mí cabalmente. No me sale, pese a los intentos.

Frente a la vida, voy pidiendo esto porque se que estoy dispuesta a entregar lo mismo a cambio. Muchos se han quejado de que pido demasiado… ¡Y yo que lo encuentro tan poco!