Si mi bisabuela (mi abuelita Menche) estuviera aun con nosotros, me imagino que habría tenido la misma reacción que la mamá de Lagos cuando recién asumió la Presidencia de la República: "Pero Ricardo, hijo, cómo te metes en estas cosas...¡Cómo vas a salir de esto!"
Este fin de semana fue extraño; no pude disfrutar todo lo que quisiera este gran triunfo de mi abuelo, porque pasamos en el Hospital San Juan de Dios sábado, domingo y lunes. Es que a la abuelita de Daniel se le complicó la tromboflevitis que tenía, tanto así que la internaron el viernes y el sábado en la noche tuvieron que amputarle una pierna.
La vida es bien de dulce y de agraz... volviendo a la casa de ver a la Mama el domingo, me puse a pensar en la galería de Marcoleta, donde están todos los retratos pintados de los Grandes Maestros de la historia de la Francmasonería en Chile.
De pequeñita me impresionó sobremanera esa hilera de hombres serios, importantes, inponentes. Algunos se veían mejores personas que otros, unos pocos definitivamente inspiran miedo, los menos tienen una expresión algo cómica en sus semblantes. Pero todos han pasado de una u otra manera a los anales de la historia de nuestro país...
En medio de la tragedia familiar de la amputación de la abuelita de mi marido, casi me sentí culpable por no poder borrar mi sonrisa de la cara al percatarme de que el semblante de mi tatita precioso pasaría a decorar un espacio en esas solemnes paredes, quedándose allí inmortalizado para que otros niños embobados como yo vieran su semblante y analizaran su sonrisa de Gioconda.
En paralelo, estaba viendo la angustia de mi marido por esta ancianita mutilada, y comprendí que la balanza está siempre de una u otra manera desestibada... Para Daniel su abuela es tan importante como para mí lo es mi abuelo.
Por fortuna, la Mama salió bien de la operación. Perdida en el tiempo y en el espacio, claro, más que nunca... y eso nos dejó mucho más tranquilos. Sin embargo, quisiera detenerme en algo que pasó el lunes que me remeció las entrañas de la ira.
Creo que jamás había sentido la cara ardiendo de la rabia. Es que llegó al Hospital el Tío Nene, o sea el hermano menor de la abuelita. El caballero debe contar por lo menos con sus 60 años, y la verdad es que yo sabía de su existencia teórica pero nunca lo había visto... Miento; creo (aunque no estoy segura) que asistió al funeral de mi suegra.
El punto es que muchas veces yo ví llorar a la Mama, cuando aun tenía su cabeza buena y sana, por la ausencia de su familia originaria, especialmente por este tío Nene. Y este señor llegó, se aferró la cabeza de la abuelita y empezó a hablar imbecilidades del mayor porte que se puedan imaginar...
Siempre me dijeron que este tipo de parientes existe en todos lados. El señor empezó a increparnos por el lamentable estado en el que estaba la señora... ¡Y él NUNCA la fue a ver, ni la llamó, ni nada por el estilo! Que era imperdonable cómo la habíamos maltratado, que esto era el colmo... Nos miraba con cara furibunda.
Yo soy una mujer tolerante y tengo una paciencia increíble, pero temí que esto me superaría en cualquier minuto. Mis impulsos animales por tirarme encima del veterano a punta de garabatos y agresiones físicas fue demasiado fuerte... hasta me asusté de mi diablito interno.
Por suerte la sangre no llegó al río. Le pedí al tío Pancho que sacara al sujeto de la pieza antes de que Daniel le diera un mangazo en todo lo que se llama hocico, a lo que respondió efectivamente y con solicitud.
En fin... pasando este comentario, que me tenía demasiado ahogada como para omitirlo, quisiera acotar un fenómeno especial que sucedió el sábado.
Daniel reniega de Dios, dice que no existe, que es una tontera. Que solo Jesús tuvo vida como ser físico, y que el milagro de la resurrección fue un fenómeno tangible y real. Le tiene alergia a la Iglesia, a cualquier tipo de ella. Sin embargo, cuando joven él participó activamente en las juventudes católicas de su parroquia, incentivado sin duda por la fran fe que tenía mi suegra (que hasta iba a ser monjita).
Mi caso es inverso... mi familia es absolutamente librepensadora, y siempre he sentido la necesidad de buscar a Dios en todas las cosas. Tengo una fe bien grande, lo que me hace andar generalmente tranquila por la vida. No soy mucho de Iglesias, porque creo que Dios no atiende a limitaciones físicas ni formales.
Pese a lo anterior, y de vuelta a San Miguel tras enterarnos que amputarían a la Mama, Daniel mi pidió que fuéramos a misa. Y oramos juntos por ella, con una devoción y humildad que emocionó a mi marido hasta las lágrimas.
Antes de salir de la iglesia, no pude evitar darme la vuelta, mirar el crucifijo, y susurrar "y de pasadita, acuérdate de mi tata..."
Y como Él siempre me escucha, todo salió literalmente a pedir de boca. Amén.
3 comentarios:
Bruji: Me alegro profundamente por lo de tu abuelo, a quien sólo conozco por como tú eres, lo cual me hace pensar que sin duda es un gran tipo, por decir lo menos.
Besos, ánimo, y si, efectivamente, en todas las familias existe ese tipo de personajillos, pero que se le va a hacer.
Dios les acompañe a los dos, un abrazo y adelante, que pa'tras no cunde.
hola mallenchu!!
disculpa pero antes de floja o xq n verdad me faltaba tuempo no habia podido pasar y rebisar tu blog!!
ta muy lindo! y ahi ta nuestro tatita lindo! q salió con la humita chueca n todas las fotos!! jaja!!
bueno tu sabes que te quiero mucho hermanita linda!!!
besitos!
Josefina
Bella Eva
Que buena foto de tu tata!
Por otra parte, existe un principio esencial : todo pasa, deja que los perros ladren, tal como llegó el vejete desaparecerá. Es la ley de la vida.
Otrosí: La fe es la concatenación de la divinidad y el sentimiento. Lo importante es siempre "tirar" buenas vibraciones.
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